Israel es un país único, diferente al resto de destinos del Próximo Oriente, donde la historia (y también la espiritualidad) está presente en cada rincón. A pesar de las convulsiones políticas, casi continuas, este es uno de los países más seguros del mundo para el viajero.
Nuestra propuesta de hoy es esta: Israel: de Tel Aviv a Jersulalén, un viaje que sigue despertando fascinación. Una es la capital administrativa del país, la otra es la capital espiritual y, según muchos creyentes, el mismísimo centro del universo.

Qué ver en Jerusalén

El Templo de Salomón, la Cúpula de la Roca, la Basílica del Santo Sepulcro o el Muro de las Lamentaciones son lugares de obligada visita cuando uno viaja a Jerusalén. Son lugares sagrados para los hebreos abiertos a todo el mundo pero en los que hay que comportarse con el debido respeto.

Pero la Ciudad Vieja tiene más tesoros que ofrecer: a través de Bab el Amud, más conocida como la Puerta de Damasco, el visitante se adentra en el zoco árabe, con sus tiendas y sus cafés.

Qué ver en Tel Aviv

La atmósfera de Tel Aviv es muy distinta: una ciudad moderna, abierta y asomada al mar (sus playas son famosas en toda la región).

Además del mar y el sol, merece la pena pasear por el bohemio barrio de Neve Tzedek, lleno de comercios y cafés, visitar el Museo Ben Gurión y el puerto de Jaffa, cuando cae la noche, vivir uno de los mejores ambientes de fiiesta de esta parte del Mediterráneo.

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